lunes, 28 de junio de 2010
Más tonterías.
Entre los recovecos situados en lo más profundo de mi cabeza, me encontré reflexivo un buen día lunes de cualquier mes en cualquier día. Un hombre envejece, siempre es ese el tema fundamental de su estimado emisor a usted, mi estimado lector que constantemente aborda mis textos para pasar un rato de agradable o desesperable ocio sin más intención, sin la búsqueda real de algún preciado conocimiento proporcionado por alguien.
Algunos somos no más que locos buscando tesoros en el espacio inmenso, pescadores de estrellas que sueltan un lazo desde la cabeza y con el cabello buscamos que el universo nos ilumine en algún día de fructuosa pesca.
De entre los que me leen, algunos no existen para mí, otros, la gran mayoría son cercanos a mi persona, pero de ellos (a los que agradezco no les dedico este texto).
Este particular va dedicado a los que no existen pero son, a los que un día veré o pasaré junto a ellos y seguramente no existiré para ellos más allá de mis textos.
Es el poder de los medios al alcance de todos, es la triste fortuna que da el internet lo que hace posible esto; imagine: puedo estar ahí sin ser yo.
Ese medio harto ocioso y divertido que permite que miles de don nadies se crean un alguien, y que miles de más don nadies, le digan a estos primeros que son nadie también. El internet crea suicidios y también ídolos absurdos sin sentido, que desde que nacen son moribundos ya.
Y es que el internet hace que muchos que se quieren hacer famosos, intenten serlo de un mal modo, ofrece una popularidad repentina a quien fortuna tiene y la quita de inmediato también, hace que muchos que quieren ser algo jueguen a serlo y que críticos que desearían también, ser al igual que los primeros, voces de opinión en la sociedad, jueguen a que sus opiniones son de interés público.
En estos días, tras la muerte de Carlos Monsivais mucha gente ha opinado (lo que es muy justo por pertenecer a la vida pública del país) sobre la vida y obra de este afamado escritor, sin embargo de entre todas esas palabras algunas me han molestado, por engreídas o intolerantes, y dado que no soy tolerante las critico y las escupo.
Y es que una cosa es que este medio sirva a todos de expresión, aunque sea tonto lo que usted o yo, o cualquier ser quiera opinar, no creo justificable que oportunistas tachen de cualquier cosa al señor sin haberle conocido. Es más ni los que le conocieron yo creo que le califiquen de algo y se crean super conocedores de su obra.
Supongo que ni él mismo sabía ni la cantidad y ni la calidad de su obra, no creo que escribiera para amontonar mil cosas y decir que a lo largo de su vida había escrito un sin número de artículos y ensayos como si estos se apilaran y lo hicieran más popular y estimado por la sociedad de lo que ya era.
También a aquellos que se lo comen vivo, que no les gustaba y ahora muerto creen que su muerte es una exageración crecida por los medios, les invito a la reflexión y les digo: todos tienen ídolos, si ustedes no son esos ídolos respeten a quienes los pierden y quizá si se esfuerzan algún día lejano ustedes mismos lo sean también.
Así que críticos y escritores juguetones, de a mentis o como no quieran ser llamados, líderes de su opinión que sueñan con ser la opinión de todos, se pueden sentir libres de decir lo que quieran, pero piensen que su crecido ego no es suficiente pretexto para que pongan lo que sea en un medio que aunque de fácil alcance, sigue proponiendo una responsabilidad a quien lo usa, rebuznen cuanto quieran, pero por favor, no quieran hacerlo público como si a todos los demás nos importara.
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