lunes, 22 de noviembre de 2010

Destino de fuego.

Ahí, en el otro mundo está la carne, está la sal, no está ningún tiempo.

Un hombre teme por su mañana, la noche cae y se dice a sí mismo: "el diablo vino hoy".
El diablo es de color, es negro, tiene los ojos más blancos que jamás nadie ha visto pero es una sombra.
Sus dientes están sucios y me ensucio cuando lo veo.
Y me hace partir al otro lado, junto a mujeres que huelen a muerte y sal.
Que llenan mi cuerpo de sangre y sal.
Y la sal y la sangre hacen de fuego mi piel, me hacen de carne molida y me meten a una burbuja llena de aire y de mí.
Ha venido a limpiarse los pies en un charco de mi propia sangre, aún está mi pecho expuesto, ahì está sobre mí.
Y curiosamente pierde el frío con mi calor, mientras tanto yo me enfrìo, es el diablo, es la muerte.

DPMCH

martes, 9 de noviembre de 2010

Guía para morirse sin llorar tanto.

Puede que esta mañana esté pensando en cómo acabar a su triste, insignificante, perdida y solitaria -o en demasía acompañada- existencia y por eso habrá llegado hasta el texto de su humilde servidor que a menudo pone guías y cursos para aquellos que quieren hacer proesas definitivas y poco comunes.

Antes de que me juzgue Dios déjeme decirle que morir es más sencillo que desaparecer, que no lo invito a morir pero si usted desea hacerlo le facilito un instructivo que le ayudará a decidirse de una buena vez para que deje de tener con el alma en un hilo a sus seres queridos (si es que los tiene).

Antes que nada debe saber que la muerte implica silencio y dolor; silencio ante quienes la contemplan y dolor para los que se quedan-si existen- y para el que muere, al menos por un instante y para el lugar que elija para morir, que le guardará el recuerdo de su despedida por toda la eternidad.

Una vez aceptado eso, el siguiente paso es la aceptación de su propia muerte, vea que usted no vale lo suficiente como para guardar a esperanza de que desde el más allá verá a gente sufrir por su partida, seguramente nadie le llorará, si no tiene a nadie que le llore entonces tiene motivos para morir.

Acepte que después de la muerte no existe paraíso ni descanso, intente imaginar aquellos momentos en que ebrio buscaba perder la razón o recuerde los momentos perdidos de su vida que han sido borrados de su memoria debido al dolor o a los estados alterados: así es la muerte, esos momentos no existen querido suicida.

Vea el espejo y acepte que usted es un muerto caminante ya. No tenga lástima, los muertos no sienten nada, no son nada más que un suspiro que algún día se extingue por completo.

Deje de sentir que tiene derechos, pierda esperanzas y ponga sus imágenes religiosas en el clóset donde se conservaran impasibles ante su acto de valor-cobardía. Queme sus fotos, borre su pasado de la cabeza, sepa que su cabeza para lo único que sirve es para alimentar gusanos en la tierra podrida.

Deje de mirar el cielo, a los niños, animales, mujeres u hombres y olvide los dolores que sufrió a lo largo de su vida. Regale a su propia persona un día de paz en que olvide todo ello y al menos por ese día sonría un poco.

Acostúmbrese a la obscuridad, duerma de día y observe durante todo el día la tierra. Ahí quedará, no irá a otro sitio.

No se despida, si su mal gusto lo ha llevado a morir retírese con dignidad; no decir adiós es el acto maestro de todo suicida experto.

Haga algo bueno en su vida y regale lo que tenga a alguien que no le conozca y si quiera vivir; no le diga que usted se matará, solo regálele sus cosas para que esta persona a costillas de su infortuna tenga el día más maravilloso de su vida. No importa que no posea nada valioso.

Al final mire el espejo y vea como parte.
Ahí tiene el más grande recuerdo de su vida...

DPMCH

viernes, 5 de noviembre de 2010

El gusano que se come nuestro cuerpo muerto.

Me gustaría guardarte en un espacio distinto, el corazòn lo usan todos como direcciòn a lo que les es importante, para mì el corazòn està demasiado usado, a menudo todos se quejan de dolor en él, yo no me quejo de eso.
Algunas veces no es uno el que guarda las cosas en ese corazón, a veces es la gente la que busca guardarse dentro de ese corazòn y entonces se aferran a él tanto que cuando las quitamos queda desangrando.
Otras veces hacemos mudanza, con cuidado movemos a ese huesped del corazón y lo dejamos en otro sitio, en la cabeza, en el sexo, inclusive en la nuca que es lo que pensamos es olvido pero sigue ahì. A algunos los recordamos con enfado, entonces los guardamos en el estómago y hasta nos duele al pensarlos, pero hoy queridos lectores, les cuento que a una persona en especial la estoy mudando a un lugar que jamás creí mudar a nadie.
Si, esa persona es tan especial que en vez de guardarla en la nuca, en el estómago, en los ojos o en cualquier otro sitio prefiero guardarla en la sonrisa.

Hasta pronto atentos lectores.

DPMCH