jueves, 11 de febrero de 2010

Hechos temibles 3...






Así es señor Millus, las investigaciones que desarrollamos en secreto en la Asociación para la Investigación de Resucitaciones como parte de nuestro plan secreto han dado resultados-Dice el científico al encargado de gobierno.
Eso es muy bueno, pero ¿Vale la pena molestar al señor presidente por este descubrimiento?, debo cersiorarme de que su descubrimiento no sea una salva, usted entenderá...-
Por supuesto que si, por favor, sígame que lo llevaré al lugar-dice el científico y comienza a descender por las escaleras hasta que llega a una puerta de madera, lo que le parece raro por el precio del complejo, le parece muy austera la fachada que alberga "al gran descubrimiento" comentado por el científico y afirmado como el suceso del siglo.
Cuando entra observa jaulas que contienen a cientos de animales, todos completamente asustados, máquinas sofisticadas desarrolladas en el complejo y dos tanques que helan el ambiente y contienen un líquido amarillento. En la última jaula un perro labrador negro duerme tranquilo, se le ve calmado y plácido.
Ahí nuestro descubrimiento señor Millus.-Dice el científico al hombre de gobierno.
Lo observa detenidamente, no encuentra gran cosa más allá de que el perro respira plácido y calmo, no se encuentra asustado ni un poco.
Bueno, comprenda que no le veo gran cosa al asunto, si me explica...-
¡Ah!, ¡por supuesto!, disculpe pero nuestra emoción es tal que a veces olvido que a simple vista el hecho no es obvio; deje le cuento: este perro murió hace diez días y hoy en la mañana logramos traerlo de vuelta.
¡Caray!, ¿cómo fue eso posible?-
Gracias a los tanques que ve ahí, es una solución que reactiva los impulsos nerviosos del cuerpo, dígamos que está electricamente cargada.
-¿No ha despertado este animal?-pregunta el hombre de gobierno.
Si. de hecho se puso a dormir conco minutos antes de que usted llegara, mire, ¿gusta pasar a la jaula?-dice el científico.
Si, mire que la curiosidad me come...-
Entran a la jaula, el perro apenas demuestra que percibió los movimientos efectuados en la jaula y continúa con su plácido sueño.
Tóquelo señor ministro, es el asunto más increíble de este asunto-Entonces el hombre de traje se acerca y acaricia el lomo del animal, siente su respiración a través del tacto de la palma de su mano.
¡Pero si está helado!-dice con asombro.
Así es, es un efecto secundario que no sabemos si pasará en algún momento, además presenta otro síntoma muy obvio y algo perturbador.
¿Cuál es?-pregunta el encargado de gobierno.
Mire, debe verlo usted mismo, entonces el hombre saca un atomizador con agua y lo presiona contra la cara del perro para que este despierte.
El animal abre los ojos y se incorpora lentamente, se tambalea unos segundos mientras camina y después levanta la vista, tiene los ojos completamente rojos, cuando el ministro lo ve siente que toda la espalda se le eriza.
¡se ve espantoso!-dice sin darse cuenta que ha perdido la compostura.
Lo que sabemos es que la vista no la ha perdido.-dice el científico y agrega:-Esto aplicado a humanos se podría cambiar con algún tipo de pupilente estético-dice a modo de resolución.
¿Podría probarlo en humanos?-pregunta el hombre de gobierno.
Claro que si, solo necesitamos hacer otras pruebas, investigar bien...-dice el científico.
¿En cuánto tiempo?-
Quizá unos nueve años-dice el científico comprendiendo los tiempos de adaptación, pruebas y luchas morales que batallan con la ciencia desde siempre.
Se queda pensativo, de pronto un recuerdo aterrador le viene a la cabeza que no puede borrar desde hace ocho meses.
Mire, usted sabe que si yo lo digo usted tendría recursos ilimitados y saldría de esta pocilga. Solo necesito que haga una cosa por mí...-dice y lo observa intentando descubrir si es seguro continuar con sus insinuaciones.
Usted dirá-dice el científico que ha enloquecido un tanto por su contacto con la muerte.
Acompáñeme, usted que lo hace y le juro que en una semana será el científico más famoso del mundo y tendrá cincuenta asistentes con doctorado.
La tentación de fama, dinero y reconocimiento brillan en los ojos del científico que desde siempre había sido considerado loco y al fin veía la posibilidad de obtener el reconocimiento que durante años sufrió al no tener.
En el auto del ministro el científico no encuentra respuesta alguna hasta que se detienen en el cementerio y entonces el hombre de ciencia comienza a imaginar lo que le pedirán. Se detienen en una tumba.
Mire señor Ahí queda el amor de mi vida que se ha ido hace ocho meses apénas...-Dice el hombre de gobierno.
La lápida tenía la siguiente leyenda:

"ADAM CIRUS, DEDICADO EN VIDA A LA ADOPCIÓN DE PERROS EN ESTADO DE CALLE"

Entonces el científico loco toma una pala de la cajuela del Cadillac negro y comienza a cavar la tumba que cuando es abierta huele a vicios de podredumbre.
Cuando toca el cuerpo, el hombre de gobierno comenta:
Lo único que verá ahí real es la cabeza de mi Adam, lo demás es un maniquí, fue muerto en un accidente automovilístico; un camión de azúcar aplastó su cuerpo entero, solo quedó la cabeza.
El científico duda por un instante, pero recuerda las promesas de fama y fortuna, vuelve al automóvil y mete la cabeza en una de esas bolsas plásticas de supermercado.
Tenga cuidado, no se vaya a caer, dice el hombre de gobierno sabiendo que esas bolsas se rompen con cualquier esfuerzo extra a su resistencia.
Cuando llegan al laboratorio el científico se pone manos a la obra:
-Venga en dos días-farfulla y el hombre gobierno se retira con brillo en los ojos.
Dos días después el hombre de gobierno vuelve, sabe que basta una llamada telefónica para cumplir lo prometido al científico; pasa nuevamente por el túnel hasta llegar a la puerta de madera, una brisa helada recorre su espalda en ese momento, la lámpara que iluminaba la entrada del laboratorio se comienza envejecer y presenta parpadeo en su emanación. El científico abre, tiene ojeras y la cara pálida; el hombre de gobierno tiembla de emoción a su reencuentro amoroso.
¿Qué hice?, ¡Soy un mounstruo!-dice el científico a lo que el hombre de gobierno le parece perturbador, entra al laboratorio y comienza a husmear; en la mesa de trabajo chorrea sangre hasta el piso, mucha de esta está coagulada y emite un olor a hierro.
La cabeza del labrador yace sobre el piso con todo y sus ojos rojos y junto a ella un rastro de sangre que termina en la penumbra de un rincón del laboratorio.
El hombre de gobierno titubea observando la abominable escena, de pronto escucha una voz:
Hola Millus-
Y una pequeña sombra comienza a tomar forma de la penumbra, es Adam con sus terribles ojos rojos, un dedo de simio en su boca como reseña de su refrigerio y el cuerpo del perro labrador rasurado hasta el comienzo de sus patas delanteras en lo que se ve una costura de cuerpos terrorífica.
El cuerpo del perro tiene una erección.
-¿Quieres saber cómo es la muerte?-dice el perro hombre.

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