miércoles, 22 de diciembre de 2010

No me gusta la navidad.

El motivo de este texto no es arruinarle su bonito festejo estimado lector, tiene como único propósito desvainar mi repudio ante un festejo, que más allá de cualquiera de las cosas que se dicen mil veces, -que es comercial, que debería ser todo el año, que es malo gastar lo que no se tiene, que los que no tienen sufren de más estas fechas, que es la época en que más gente se suicida, etcétera- lo cierto es que a mí me entra el pánico de los finales y la nostalgia de darme cuenta que efectivamente todo lo que inicia se termina un buen día.
Hace un año estas fechas resultaron feas, simplonas para mí, en mi trabajo poco se permite el asunto de empaparse con festividades-cualesquiera que sean- y lo único que viví de la navidad fue el hecho de cenar con mis papás ese día en un ambiente demasiado incómodo y silencioso. Días antes todo me había parecido vulgarmente normal, mucha gente en todos lados, muchos lados a los que no quería ir, al final un recuento de balance moderado del año (tampoco le diré que pensaba que estaba muy mal, había disfrutado cosas), y un gran sentimiento de vacío que se traga mis ilusiones del próximo año quizá porque ahora soy más incrédulo que antes.
No le voy a vender que este año fue terrible, tuve cosas buenas, bonitas, y algunas baratas, conocí cosas y desconocí cosas de mi propia persona, logré metas que más que imposibles veía como modos de más distracción para el año que se viene.
Al inicio del año estaba invadido de una depresión inmóvil que yacía en mi persona como un arropajo de sentimientos escatimados a miedo de cobrar una factura de mayor precio del que creìa.
Como modo de vida prefiero callar cosas que me resultan soportables y reclamar aquellas que no puedo guardar, 2010 fue un año divertido, de movimiento en el que quizá tomé más té que nunca antes (que me ame LAGS) y dije más cosas en las que no creía para evitarme líos de ser yo mismo por mero encantamiento egocentrista.
Dejé de ver a mucha gente y por primera vez cuando me vi en el espejo asumí que ya no soy un niño y acepté ver mis arrugas y mi cara demacrada por el par de años de más que se me han venido encima a mi real edad desde que trabajo.
Hace dos años estaba orgulloso de trabajar, mire que se me hacía sorprendente darme cuenta de mi valía laboral y ese había sido mi gran logro, tener la posibilidad de elegir mi camino sin remordimientos; hoy sé que el trabajo es necesario pero no lo gozo, no es que sufra por él, claro que me da satisfacciones más allá del dinero, pero algunas veces también siento que ese trabajo ya es más mi responsabilidad social que algún modo de sustento. Tantos días, tantas horas, tanto tiempo, tantas letras y tanto café han hecho que mi trabajo se convierta en una gran nada.
Este año vi mi banda favorita "AIR" y el concierto se me hizo bueno, tambien a Arcade Fire, a los Flaming Lips y a mi hermano Damián con Nosllamamos en el Vive Latino (aunque no los vi todo el tiempo por razones que no le contaré), me enfermé a un grado que jamás había estado y me sentí re mal en realidad. Sufrí una época de grandes crisis de migrañas que minaron el cierre del año y por último perdí la confianza en personas que creía muy mías por lo que si hiciera una gráfica de mi año esta sería como una montaña. Estos últimos meses parece que todo va en caída libre y puedo decirle que no me han gustado, estos últimos tres meses desearía enterrarlos en el baúl de lo extraviado y quedarme con el resto, que esa es una escalera de ascenso y logros personales. Algo que odio de fin de año es la plática de mi padre que parece muchas veces necesaria de qué te quedas de este año y qué esperas del próximo: de este año me quedo con sonrisas y diversiones, con mi gente (la que sigo sintiendo como mi gente) y con el sentimiento de protector que me hizo pensar que quizá no era tan egoísta.
Lo que quito de este año es mi enfermedad, la migraña, las mentiras y la pérdida de confianza que desató una serie de sucesos desagrabilisimos y mi vuelta a la omisión de la verdad para evitar herir suceptibilidades. Del inicio de año al día de hoy me queda el sentimiento de vacío y soledad, la felicidad de haber terminado dos novelas pendientes y la certeza de que la muerte y la vida tan de la mano van que nos señalan a cada momento más como maldición como un destino. Todos moriremos y es ese el destino escrito del que nos hablaban algunos poetas. Este año reafirmé ideas en mí que quizá no agraden a mucha gente, pero que sin embargo me demuestran que la verdad es verdad aquí y en China aunque esta misma no provoque sonrisas.
Este año me reencontré con amigos y huí de otros, enseñé cosas y aprendí otras tantas. Quizá mi balance es más positivo porque no esperaba nada del año y me quedo con unos cuantos recuerdos bonitos que quedarán ahí para siempre. Los hombres somos momentos, no más que eso, al igual que nuestra vida dura un instante, dentro de ese tiempo tenemos el espacio para hacer de nuestras mentes lo que deseamos o al menos intentarlo.
Lo que espero del año que viene es que estos ciclos que son la vida sigan avanzando lentamente, espero enfermarme menos y ser iluminado por la verdad para descubrir las razones de mi ser, para aceptar los caminos que la vida me ponga y para alejarme de los que mis pasos digan que ya no son necesarios para mí.
El fin de año es un pretexto para hacer memoria de las cosas que sucedieron, extrañamente este año muchas de esas cosas son como fantasmas atormentando mi paz interior, le repito, ha sido un año grandioso, pero ahora es como una caída libre de la que nadie me salva.
Entonces, cuando mi padre llegue a mí y me pregunte que espero del próximo año mi respuesta será que espero que sea más plano, sin tanto altibajo, no soy un tipo aventurero al que le guste lo extremo, si me pregunta la felicidad para mí es la paz, es eso mero lo que busco. No quiero fama, dinero ni admiración. Tampoco espero sucesos inesperados que modifiquen el rumbo de mi vida ni más enfermedades que minen mi tiempo con suspiros de tristeza por darme cuenta cuán frágil es la vida. Quiero paz, silencio y olvido.
Quiero que el otoño me salude y me refiera a despedidas para sentirme en ambiente con el entorno. Quiero una primavera silenciosa y verde que se me muestre como un gran lugar para descansar.
Quiero momentos de hipersensibilidad feliz para escribirle y para que usted sienta que está haciendo algo útil con su tiempo cuando me visita.
Quiero dejar de pensar en mi futuro y enfocarme en el presente.
Quiero más cafés sin aroma a cigarrillo y paisajes inmensos que me recuerden que no soy más que una pequeña sombra.
Letras, quiero que lleguen y salgan de mí como si fuera una fuente de ellas, quiero cerrar los ojos sonriendo y pensar en mí como un ser y no un estar.
Hoy, a nueve días de que se muera el año no tengo ánimos de decirle nada más al nuevo que viene, al igual que el año pasado y el antepasado me quedo con un balance positivo gracias a mis letras y nada más.
Quiero lluvias en solitario y felicidad para mis amigos.
Quiero que mi gente siga ahí y esté bien.
No quiero "a pesares", quiero muchas más sonrisas y calma de la que pueda soportar.
Quiero romper algo con mis manos y con mi furia y quedar tirado en el piso agotado con una sonrisa en la cara jadeando de gusto. quiero que Dios se olvide de mí unos meses y me deje vagar libremente -aunque me autodestruya en el intento- perderme de su vista y ver qué puedo hacer con libertad.
Quiero que acabe el año y que el otro me reciba con una mañana tranquila y cálida que me diga que efectivamente tendré la paz que tanto añoro.

REmi
diegrocker@att.net.mx

4 comentarios:

  1. ay diego... a mí tampoco me gusta, pero, extrañamente mi situación me obliga a ser más optimista, sabes, si no, me hundo y es muy peligroso estar lejos de todo y tan cerca de hundirse, por eso, sólo por eso, me pongo un tanto festiva y la neta también espero una siguiente año un poco más estable, espero estar contenta, tener un mini grado de satisfacción, aunque sea unos cuantos días, he tenido un año... un año y medio... peor que la montaña rusa, entiendo que no te guste, y lo comparto, pero ya te digo, a veces esos "pretextos" se vuelven vitales.
    yo quiero... uf, quiero tantas cosas, pero de momento y porque estoy en tu blog, puedo decir, que sí, te quiero.
    Eres un personaje sólo cercano a mi vida, no constante, no indispensable, cierto, pero, ciertas coincidencias me parecen suficientes para entender el cariño que te tengo. quiero-te. (y quiero té jaja, bueno, eso siempre.)
    y quiero lo mismo que al final del texto quieres, lo quiero para ti, para mí y para todos.
    saludos.

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  2. Cierto sus, para hundirse uno mismo se encarga de ello. Es muy cierto que somos parecidos, hace tiempo lo había pensado, tenemos cosas en común que creo nos hacen comportarnos en algunas situaciones del mismo modo. Tus palabras me son siempre cálidas, tu correo me sacó una sonrisa porque disfruto saber que por ahí (ahora tú que estás lejos) algunos me leen. Hace poco una amiga me dijo que dejara los otoños y por unas horas fingiera ser otra persona, que es bonito festejar todo esto y que después volviera a ser yo.
    Que diera una chance al festejo pero lo que sucederá eso no lo sé. Sin embargo te comento que creo en los milagros, sé que día a día ocurren. Me parece increìble pensar en lo lejos que estás y en las posibilidades de que aún así yo siga existiendo, ese es uno de los milagros, no navideño, de la vida en sí. Que a pesar de las ausencias las cosas continuan (aunque a veces eso mismo parece la maldición. Te debo un té Sus.
    En días que el afecto se escatima por falta de él es muy bueno saber que por ahí tienes un buen sentir conmigo y te lo correspondo. Por cierto, te manda saludos Rebeca.
    Pasa bonitas fechas, te las mereces.

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  3. está lindo eso de creer en los milagros, a veces también creo.
    Aunque sí, me gusta más pensar en las cosas más grandes que yo, en las que me sorprenden o en las increíbles, aunque sean bobas, o a pocos les importen.
    Sí, me debes un té.
    Gracias por tus buenos deseos.
    Yo, te ha dicho ya muchas cosas que deseo para ti, las deseo honestamente.
    Besos.

    Rebeca... jajajaja... ella se me está borrando del futuro...
    aunque no de la memoria, podemos continuar.

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  4. y buenos deseos para usted.
    pase bonito fin de año.
    un abrazo Sus.

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