Hace tiempo decidì responderme a la pregunta que muchos otros me hacìan (quizà a la ligera), pero nadie contesta claramente al menos para mí que se refiere a la existencia del arte. Unos pintan, otros forman; -creo que de hecho todos-, otros tocan, otros esculpen, algunos como yo escriben, otros se autonombran artistas y otros (entre ellos algunos de los anteriores), solo se hacen güeyes y dicen hacer y hacen por decir que hacen, no tanto por hacer.
Pero la verdad eso para mì no tenía la menor importancia ni me quitaba el sueño, lo que me interesaba realmente era lo que pasaba en mis adentros, los traumas, angustias, dolores, penas, tragedias, alegrias, y traumas del pròjimo me tenìan sin cuidado, pero como no sabía el porqué del arte buscaba que alguien me contestara naturalmente pero obtenía respuestas demasiado escuetas.
Que el arte es eternidad, expresión, idolatrìa, superficialidad, profundidad, vacìo, perversión, belleza, fealdad, tècnica, una fórmula, sensibilidad, soledad, sentimentalismo, tragedia, divinidad, etcètera, ya lo sabía. Esas eran todas un montón de verdades mentirosas, de falacias de todo tipo que referìan a una ecuaciòn casi matemàtica cuyos elementos eran dados sin razòn. Eran como una receta mèdica entregada a un ciego o un beso a un moribundo.
El ciego no podría leer la receta, y en caso de que se la dictaran, serìa casi imposible que al tacto de entre todas las gabetas detectara los elementos inscritos en ella. Pero el moribundo es distinto; sabemos que muere, pero no si siente el beso. Esto debido a que definitivamente no volverá del más allá a agradecer o a reclamar de repugnancia por el opùsculo en su lecho de muerte.
En mi pregunta yo esperaba al menos ser como ese moribundo.
Dejé de buscar en el otro y me centré en mi persona:
¿Por qué YO arte?
-Escribo porque quiero.
-Escribir no es un hobbie como muchos lo piensan. Esa es una falta de respeto total a la literatura aunque escribo cuando puedo, pero si me gustarìa escribir más.
-No escribo porque quiero ser como ese o aquel, ni escribo para que alguien más diga que yo escribo, tampoco para que me digan escritor.
-Tampoco escribo para otros, escribo para mí, si hiciera esto para complacer a otros tambièn pintaría retratos, tomaría fotografìas, harìa rutinas cómicas, tocaría, declamaría poesía y buscaría sitios para hacerlo y haría todo lo posible por llamar la atención.
Lo cierto es que yo no elegí a las letras, ellas me eligieron a mí el mismo día que nos conocimos y me sedujeron hasta un lecho egoísta en el que lo hago para mí y nadie más.
Escribo por y para mí, porque lo necesito, porque viene en mí y vivo las letras cuando las veo, sean ajenas o propias.
Las letras propias son esas que hago porque me agradaría verlas algún día en un papel, ese es otro modo de recordar.
Un artista no toca, esculpe, pinta, ni fotografía porque sea malo en las demás cosas, lo hace porque es bueno en eso, además de que en algún instante se dió cuenta de que era capaz.
Si al resto gusta o no esa es otra cosa, el arte se hace para el gozo del artistas y para el disfrute del público que no hace más que adentrarse y hacer suya la visión ajena de una vida ajena.
Hasta la farsa es un arte y los farsantes mienten por hacerlo con maestría.
Pero también creo que - así sea uno- el escritor tiene la obligación de formar lectores, escribir y esta son sus únicas obligaciones y van de la mano lo que no es contradictorio ya que el texto se presta al escrutinio público después de chocar contra la insidiosa opinión de su propio creador conviertiéndose en el personaje principal, el escritor en el secundario y el público en terceras y cuartas personas.
Por lo tanto creo que el arte es mi acto más egoísta y más dadivoso al mismo tiempo.
DPMCH
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